Por: Guillermo Salas Razo
Quiero compartirles mi preocupación, no solo como académico universitario, sino como alguien que entiende la tierra y el mercado: la crucial Revisión del T-MEC en julio de 2026 no es un tema de burócratas ni un simple ejercicio de protocolo; es, en esencia, la renegociación del futuro de nuestro campo mexicano.
Es el momento decisivo para saber si consolidamos la estabilidad o si abrimos la puerta a una incertidumbre que podría costarnos muy cara.
Es cierto que el acuerdo ha sido un motor de crecimiento extraordinario, pues gracias a él, hoy México es una potencia agrícola, y eso nos da una gran fortaleza, generando un superávit comercial envidiable que ha asegurado la certidumbre arancelaria para nuestros productos estrella, de los que por cierto en algunos de ellos Michoacán es líder indiscutible (aguacate y las berries).
Pero detrás de ellos, hay dependencias profundas que no podemos ignorar, y la más grave es nuestra dependencia crítica del maíz amarillo estadounidense para alimentar a nuestra extensa industria pecuaria.
Esa dependencia es la que da origen a la disputa más tensa: la política mexicana de restricción al maíz genéticamente modificado (OGM), sobre todo para consumo humano.
Para mí, este dilema es de fondo; y me sumo a defender nuestra soberanía alimentaria y la salud de nuestros consumidores, pero sí considero que la exigencia de las reglas de comercio que firmamos nos obliga a basar todo en evidencia científica.
Y es que este punto se conecta directamente con el uso de las Medidas Sanitarias y Fitosanitarias que Estados Unidos está utilizando como un arma disfrazada para poner trabas sanitarias al ganado en pie que exportamos.
Por eso la próxima revisión del T-MEC nos obliga a exigir la aplicación estricta del principio científico para que las reglas sanitarias sean un escudo de protección ante el amago que estamos recibiendo.
Por eso, desde la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y la Investigación tenemos la obligación de generar la evidencia científica local que respalde las políticas agrícolas de México, promoviendo la Sostenibilidad y el Desarrollo Regional.
Necesitamos investigación aplicada y rigurosa en alternativas al maíz OGM, en el desarrollo de variedades resistentes que no dependan de insumos externos y en la creación de protocolos fitosanitarios propios que sean transparentes e inatacables legalmente. No basta con prohibir; hay que demostrar la superioridad científica y técnica de las alternativas nacionales.
Nuestros productores, líderes en la exportación agrícola y pecuaria de alto valor, deben redoblar la apuesta por la sostenibilidad ambiental y la trazabilidad social.
Los capítulos laboral y ambiental del T-MEC serán revisados con lupa, por eso, si podemos demostrar que el aguacate, las berries o el limón michoacano se producen bajo los más altos estándares laborales y ambientales (incluyendo el manejo responsable del agua y la eliminación de la deforestación), tendremos un escudo de defensa mucho más fuerte contra cualquier ataque proteccionista.
Hagamos está en alianza con nuestro Nodo de Desarrollo (NODESS) como el articulador.
El Nodo de Impulso a la Economía Social y Solidaria (NODESS) «Hecho en México» de nuestra UMSNH y la Coordinación de la Secretaría de Economía Federal en Michoacán deben jugar un papel crucial.
Este nodo puede articular a pequeños y medianos productores, facilitando la asistencia técnica y financiera para que cumplan con los costosos requerimientos del T-MEC.
Además, debe ser la herramienta para la diversificación productiva, promoviendo cadenas de valor más cortas y justas que reduzcan la dependencia del gran mercado de exportación sin sacrificar la calidad ni la inocuidad. Es la vía para asegurar que los beneficios del T-MEC permean en la base social.
Mi llamado es simple: la meta principal debe ser conseguir una extensión «limpia» del T-MEC para asegurar la inversión, pero para lograrlo, tenemos que ser pragmáticos y científicos.
Necesitamos fortalecer nuestras instituciones, invertir en biotecnología nacional y demostrar con datos que nuestro campo no compite deslealmente, sino que complementa a toda América del Norte.
Si no logramos este equilibrio entre defender nuestra autonomía y cumplir con las reglas del libre comercio, la revisión se convertirá en un catalizador de la incertidumbre arancelaria y nos enredará en litigios comerciales muy costosos, #Palabra_de_Nicolaíta.

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