Entre los acordes de la banda de guerra y el ondear solemne del lábaro patrio, Tenencia Morelos se vistió de historia y orgullo para celebrar el centenario de su ejido, un siglo de lucha, identidad y comunidad.
El aire fresco de la mañana se mezcló con la emoción de los presentes al escuchar el juramento a la bandera, pronunciado por el joven alumno de la escuela primaria Melchor Ocampo. Su voz firme resonó entre los aplausos y el murmullo de los asistentes, recordando que la libertad y la justicia siguen siendo el alma de esta tierra michoacana.
“Cien años sembrando legado y comunidad. Un siglo de tierra y raíces”, fue el lema que unió a generaciones de campesinos, familias y autoridades en una misma celebración. Sobre el templete, los rostros curtidos por el sol de quienes labraron el campo se mezclaban con los de los niños que heredan ese mismo amor por la tierra.
El presidente del comisariado ejidal, Javier Aguilar Vidales, recordó con orgullo los orígenes del ejido, cuando en 1925 un grupo de campesinos, encabezados por Don Valente Ochoa, solicitó al entonces presidente Plutarco Elías Calles un pedazo de tierra para vivir y sembrar su futuro. “Fue el fruto de la unidad y la dignidad de nuestra gente”, expresó con voz conmovida.
Durante el acto, se rindió homenaje a los ejidatarios fundadores y descendientes que han mantenido viva la identidad agraria. Cada nombre pronunciado fue recibido con aplausos y respeto, símbolo de reconocimiento a quienes, con su esfuerzo, forjaron el presente de Tenencia Morelos.
El momento más emotivo llegó cuando la bandera nacional volvió a su nicho de resguardo. Los asistentes, de pie, la despidieron con orgullo, conscientes de que aquel símbolo de patria también ondea sobre una tierra conquistada con trabajo y esperanza.
La jornada continúa con actividades culturales, danzas y presentaciones artísticas que recordaron que el ejido no solo es tierra: es historia, es comunidad y es memoria viva de México.
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