Por: Guillermo Salas Razo

Haciendo un análisis del sesgo en la visión que tienen nuestras Universidades sobre el desarrollo agroalimentario, se evidencian varias limitaciones y desafíos en la interacción entre la academia y el sector productivo.

Las Universidades juegan un papel crucial en la generación de conocimiento y en la formación de profesionales que pueden contribuir al desarrollo agroalimentario. Sin embargo, existe un sesgo significativo que afecta su capacidad para impactar efectivamente este sector. Este sesgo se manifiesta en la desconexión entre la investigación académica y las necesidades reales de los productores agropecuarios.

Un estudio sobre el Sistema Nacional de Innovación Agroalimentaria (SNIA) en México indica que este sistema está desarticulado, con una interacción limitada entre los actores involucrados, incluidos centros de investigación y universidades.

Los generadores de conocimiento en estas instituciones suelen estar más motivados por resultados académicos que por la resolución de problemas prácticos del sector agroalimentario, lo cual limita la efectividad de las políticas de innovación. Esta falta de alineación entre la producción académica y las necesidades del campo crea un vacío que afecta el desarrollo sostenible del sector.

La gestión ineficaz del conocimiento es un factor crítico en el desarrollo agroalimentario.

Se ha señalado que los bajos niveles de producción y competitividad en el sector agropecuario se deben a una escasa interacción entre los actores locales y una gestión deficiente del conocimiento. Para mejorar esta situación, es esencial fomentar el intercambio de conocimientos tácitos entre agricultores y académicos e integrar nuevos conocimientos científicos en sus prácticas. Este enfoque podría catalizar procesos de innovación más efectivos, en lugar de depender de modelos tradicionales que son lineales y jerárquicos.

Las políticas públicas también juegan un papel importante en este sesgo, pues la falta de políticas adecuadas que promuevan la colaboración entre Universidades y el sector agroalimentario limita las oportunidades para una mejor distribución social y regional de los beneficios derivados de la innovación.

Además, la formación académica en administración agropecuaria no ha sido suficiente para preparar a profesionales capaces de abordar los desafíos contemporáneos del sector, lo cual se traduce en una escasa capacidad para generar soluciones efectivas.

El sesgo presente en las Universidades hacia el desarrollo Agroalimentario se manifiesta en tres áreas clave:

Desarticulación del sistema de innovación: La desconexión entre la academia y el sector productivo reduce la efectividad de las políticas de innovación.
Gestión ineficaz del conocimiento: La falta de intercambio efectivo entre agricultores y académicos limita los procesos de innovación.
Políticas públicas y formación insuficiente: La ausencia de políticas que promuevan la colaboración y una formación académica no alineada con las necesidades del sector afectan el desarrollo.

Para abordar estos desafíos, es fundamental promover una mayor colaboración entre las Instituciones Académicas y los actores del sector agropecuario. También es necesario reformar los programas educativos para alinearlos más estrechamente con las necesidades del campo.

Estas acciones no solo mejorarían la competitividad del sector agroalimentario, sino que también contribuirían a un desarrollo rural más sostenible e inclusivo, #Palabra_de_Nicolaíta.