Dr. Guillermo Salas Razo

Con todo respeto me dirijo a nuestras Autoridades, Colegas y Comunidad Nicolaíta

El presidente de Estados Unidos nos ha impuesto los aranceles a nuestros productos, y en particular me voy a referir a nuestros productos agroalimentarios; ya que esto nos golpeará como un mazo a un muro endeble, fracturando cadenas comerciales que sostienen a miles de familias mexicanas.

Por eso escribo este comunicado enérgico, no como una llamada a la resignación, sino como una provocación histórica.

Mientras los titulares de toda la prensa se enfocan en la amenaza y en el daño a nuestra economía nacional, yo pregunto:

¿Está nuestra Universidad (la casa de Hidalgo) preparada para liderar la contraofensiva intelectual y técnica que transforme esta crisis en el renacimiento del campo mexicano?

Porque si Estados Unidos nos reta a depender menos de su mercado, entonces la verdadera pregunta sería:

¿Seguiremos dependiendo de modelos obsoletos, de una academia desconectada de la tierra, y de políticas públicas que ven al campo como un apéndice y no como un corazón productivo?.

La Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, con su legado de rebeldía, tiene la obligación moral de ser la catapulta que redirija el futuro.

Imaginen como yo, un escenario donde Michoacán no solo exporte aguacates, sino biofertilizantes patentados desde nuestros laboratorios; donde las ingenierías desarrollen drones de bajo costo para monitorear cultivos en nuestras tierras Purépechas; donde los economistas diseñen plataformas de comercio directo que eliminen intermediarios y dupliquen ganancias para los productores.

Esto no es utopía: es una hoja de ruta que solo una Universidad Pública como la nuestra, arraigada en la realidad nacional, puede trazar.

Los datos son contundentes: el 35% de los alimentos se pierden por falta de infraestructura poscosecha, mientras el 20% de los niños en zonas rurales padecen desnutrición.

¿Permitiremos que esta contradicción siga manchando nuestro futuro, o movilizaremos a nuestros investigadores para crear corredores logísticos con Sello Nicolaíta?

El momento exige audacia; pues mientras Trump fuerza a sus agricultores a mirar hacia adentro, México debe conquistar mercados que hoy claman por sostenibilidad: Europa paga un 30% más por el café́ carbono neutro; Corea del Sur triplicó sus importaciones de aguacate mexicano en 2023; la industria cosmética global busca aceites orgánicos que nuestros campos pueden proveer. Pero para ello, necesitamos más que discursos: requerimos una alianza estratégica entre la academia, el sector privado y el Estado.

Hoy me pregunto:

¿Cuántos proyectos de investigación de nuestra casa de estudios están hoy vinculados a resolver el desafío arancelario? ¿Cuántas patentes hemos registrado en los últimos cinco años para procesar jitomate en salsas gourmet o transformar el maíz en materiales biodegradables?

La respuesta, lo sabemos, y duele; pero el dolor puede ser el motor del cambio.

Por eso, yo propongo que la UMSNH convoque a un Consejo de Emergencia Agroalimentaria, integrado por todas las disciplinas: Veterinarios que aseguren la salud y bienestar animal en la cadena productiva, Biólogos que investiguen y preserven la biodiversidad de los cultivos y ecosistemas, Ingenieros en Biotecnología que desarrollen soluciones innovadoras para mejorar la productividad y resistencia de los alimentos, Licenciados en Agronegocios que optimicen la comercialización y distribución de productos agrícolas, Agrónomos que optimicen cosechas con inteligencia artificial, Abogados que protejan denominaciones de origen como el chile michoacano, Médicos que diseñen campañas contra la obesidad basadas en productos locales, y Catedráticos Intelectuales que creen narrativas que glorifiquen el consumo nacional.

Estoy seguro de que juntos podremos enfrentar los desafíos agroalimentarios con una visión integral y multidisciplinaria.

Este momento histórico no es un problema solo del campo: es una cuestión de identidad y soberanía.

Imaginen como yo, una Universidad donde cada tesis, cada servicio social, cada aula, esté impregnada de la consigna: “Michoacán alimenta al mundo”.

Y esto no es un sueño guajiro; por ponerles un ejemplo: Países Bajos, con un territorio menor al de nuestro Estado, es reconocido como una potencia exportadora agrícola en Europa porque su sistema educativo a estado obsesionado con la innovación en este sector. ¿A caso nosotros no tenemos más tierra, más sol y más cultura, para ser esa potencia?; ¿qué nos falta?, ¿acaso será voluntad política?.

Hoy tenemos una advertencia urgente, si no actuamos ahora, no solo perderemos mercados: perderemos una generación de jóvenes que huyen del campo por falta de oportunidades.

¿Qué tal si creamos una Incubadora de Empresas Rurales en la UMSNH? Jóvenes que, desde sus comunidades, desarrollen apps para conectar productores de zarzamora con compradores en Alemania, o cooperativas que exporten mezcal artesanal con etiquetas trazables mediante blockchain.

Esto no es una falacia: es la brecha que separa el México que somos, del México que podemos ser.

La UMSNH puede ser recordada como una de muchas Instituciones que cruzaron los brazos ante la Tormenta, o como la Institución Histórica que a nivel Nacional formo a los líderes que reconquistaron la autosuficiencia alimentaria de México.

Como Nicolaíta, hago un fuerte llamado a presentar un plan de acción, que puede iniciar desde un Diplomado en comercio agroalimentario de crisis, hasta un convenio con la Secretaría de Agricultura y Economía a nivel Federal para mapear las vulnerabilidades en tiempo real.

El conocimiento que se genere de este plan de acción ya no puede quedarse en papers: debe sudarse en los surcos, brillar en los empaques, y negociarse en los foros globales.

Yo espero que esta crisis no nos encuentre como espectadores, sino que nos encuentre como lo que somos: Herederos de la Universidad que Nació para romper el status quo.

Hoy el campo Mexicano clama por sus científicos, sus tecnólogos, sus juristas, y también por sus educadores que formen a las nuevas generaciones en prácticas sostenibles, por sus economistas que diseñen políticas públicas para fortalecer la economía rural, por sus ambientalistas que protejan los recursos naturales y promuevan la agricultura regenerativa, por sus emprendedores que impulsen innovaciones en el sector agroalimentario, por sus comunicólogos que difundan la importancia del campo y sus productos, y por sus líderes comunitarios que fortalezcan la organización y el desarrollo local. Solo con la participación de todos estos actores, el campo Mexicano podrá alcanzar su máximo potencial y garantizar la soberanía alimentaria del país.

 

04 de Marzo de 2025
Fecha en que Estados Unidos nos impone aranceles del 25% a nuestras exportaciones.