Isidro Galicia/Politics
Se asume como heredera de un legado que aún no pasa por el ácido de la historia.
En recientes semanas, Claudia Sheinbaum pretende encarnar un estilo campechano y un discurso provocador al puro estilo del presidente López Obrador.
En su gira por varios puntos del país, Sheinbaum asume el relato político y una apuesta discursiva en contra de los símbolos de poder, que Obrador materializó como los “males” que agraviaron a la patria. Seguir en el pasado para sostenerse en el incierto presente.
Ciertamente, la ex jefa de gobierno le habla a una militancia que, será uno de los bastiones electorales que definirán a quien abandere la candidatura presidencial de Morena del 2024.
Sin embargo, el estilo de Obrador como aspirante antisistema, Claudia adoptó la estrategia de “copiar y pegar” el modo en que Obrador conquistaba a sus electores. No obstante, lejos muy lejos está de generar un carrusel de emociones y de hilaridad del hoy presidente. Sheinbaum carece de carisma y no logra conectar con el auditorio.
Como un recurso estratégico para mimetizarse con su “padre” político, parece la apuesta más segura para garantizar el triunfo en la encuesta que determinará quién será el candidato presidencial de Morena.
Encarnarse en la imagen y figura de López Obrador, para Claudia Sheinbaum puede resultar rentable en este proceso interno, pero de cara a la elección constitucional, solo cabría imaginar sí se mantendrá esta mimetización como recurso político o habrá un golpe de timón para asumir los auténticos retos del país.