Por: Guillermo Salas Razo

 

México ha alcanzado un hito significativo al posicionarse como el 7º. exportador de alimentos a nivel mundial, con un valor de exportaciones que asciende a 50,000 millones de dólares en 2023.

Este logro, que ha permitido a México superar a países como India y Argentina, refleja la capacidad del país para aprovechar sus acuerdos de libre comercio, su diversificada producción agrícola y su mano de obra competitiva. El éxito exportador, es sin duda un logro indiscutible.

Este ascenso de México en el ranking de exportadores de alimentos es un testimonio de su capacidad para competir en el mercado global. Productos como la cerveza, el tequila, los licores, los productos panificados y las bebidas no alcohólicas han encontrado una demanda significativa en el extranjero, generando ingresos sustanciales para el país, lo que fortalece no solo a la economía mexicana, sino que también posiciona a México como un actor clave en el comercio alimentario global.

Sin embargo, este éxito en el ámbito de las exportaciones contrasta de manera preocupante con la gran dependencia de importaciones de alimentos que aún persiste en el país; una realidad inquietante.

Pues a pesar de estos logros, México enfrenta una gran dependencia de importaciones de alimentos. Esta dependencia se manifiesta en la necesidad de importar productos básicos como maíz, trigo, arroz y soya, entre otros.

La paradoja es evidente: mientras México exporta productos alimenticios procesados de alto valor, sigue siendo vulnerable a las fluctuaciones del mercado internacional y a las políticas comerciales de otros países para satisfacer sus necesidades alimentarias básicas.

Esta dependencia de importaciones plantea serias implicaciones para la seguridad alimentaria de nuestro país, sobre todo en un contexto global donde la demanda de alimentos se espera que aumente entre un 50% y un 70% para el año 2050.

A esto debemos sumarle, la vulnerabilidad a las interrupciones en la cadena de suministro, ya sea por razones climáticas, políticas o económicas, pues estas pueden poner en riesgo la disponibilidad y el acceso a alimentos esenciales para nuestra población.

Además, la dependencia de importaciones también plantea desafíos para la sostenibilidad, ya que la importación de alimentos implica una huella de carbono significativa debido al transporte y la logística, contribuyendo al cambio climático.

Por eso, para abordar esta paradoja, es fundamental que México desarrolle una estrategia integral que equilibre su éxito exportador con la necesidad de reducir su dependencia de importaciones. Esto implica invertir en la producción local de alimentos básicos, promover la innovación agrícola y adoptar políticas que fomenten la autosuficiencia alimentaria.

Además, es crucial implementar medidas para reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos, lo que podría aumentar significativamente la disponibilidad de alimentos y reducir la subalimentación. Solo así en México podremos asegurar un futuro alimentario seguro y sostenible para nuestra población, #Palabra_de_Nicolaíta.