Por: Guillermo Salas Razo

Las cooperativas agroalimentarias han sido históricamente un pilar fundamental en las comunidades rurales, pues tienen una gran capacidad para generar empleo, fortalecer la economía local y promover la producción sostenible, lo que las convierte en actores clave del desarrollo rural.

Sin embargo, su éxito no depende únicamente de su organización interna o de la calidad de sus productos, sino también de las condiciones de la comunidad en la que operan, por lo que es pertinente analizar el nivel de desarrollo de la comunidad rural que alberga a cada cooperativa.

Las condiciones del entorno influyen directamente en la productividad y competitividad de estas organizaciones; factores como caminos en mal estado, escaso acceso a electricidad o falta de capacitación técnica pueden representar obstáculos difíciles de superar. En este sentido, es necesario contar con herramientas que permitan evaluar objetivamente la situación de la comunidad y su impacto en el desempeño.

Una de estas herramientas es la Rúbrica Analítica del Nivel de Desarrollo de una Comunidad Rural.

Tomemos un ejemplo concreto: si una comunidad obtiene una calificación baja en infraestructura, con caminos intransitables y un deficiente acceso a energía eléctrica, la cooperativa enfrentará dificultades en la distribución de sus productos y en la conservación de aquellos que requieren refrigeración. Ante este escenario, los resultados de la rúbrica pueden servir como un argumento sólido para gestionar inversiones en infraestructura ante instituciones gubernativa.

De igual manera, si la evaluación muestra que la educación y capacitación técnica de la comunidad es limitada, la cooperativa podría verse afectada por una falta de conocimientos en gestión administrativa, comercialización y uso de nuevas tecnologías agropecuarias. Esto podría reducir su competitividad en el mercado y dificultar su acceso a certificaciones o financiamiento. En este caso, los datos obtenidos pueden orientar la implementación de programas de formación que contribuyen a mejorar la eficiencia de la organización y la calidad de vida de sus miembros.

Y qué decir del contexto económico de una comunidad rural, el cual determina en gran medida las oportunidades de desarrollo de sus cooperativas. Si en la región predominan empleos informales, bajos ingresos y escaso acceso a mercados, las cooperativas se enfrentarán a un panorama incierto y de difícil sostenibilidad.

Además, el desarrollo de las cooperativas agroalimentarias debe estar alineado con prácticas de producción sostenibles y una adecuada gestión de los recursos naturales, y deben convertirse en custodias de la comunidad para evitar la sobreexplotación del suelo, la contaminación del agua o uso indiscriminado de agroquímicos.

Por ello, más allá de pensar que la Rubrica Analítica para Evaluar el Nivel de Desarrollo de una Comunidad Rural es solo un diagnóstico inicial; su verdadero valor radica en su capacidad de medir el impacto de las acciones implementadas y calcular los beneficios por implementarlas.

El desarrollo de las cooperativas agroalimentarias y el de sus comunidades están íntimamente relacionados, por lo que no basta con fortalecer a la cooperativa desde su estructura interna; es imprescindible trabajar en la mejora del entorno en el que opera.

La aplicación de una rúbrica analítica como la mencionada permitiría tomar decisiones informadas, orientar estrategias de crecimiento y gestionar recursos.

Si las cooperativas agroalimentarias quieren consolidarse como verdaderos motores del desarrollo rural, deben asumir un enfoque integral, considerando no solo su crecimiento como organización, sino también el bienestar de la comunidad que las rodea.

Esto nos lleva a entender porque las cooperativas agroalimentarias prosperan en comunidades donde existe una fuerte cohesión social y una cultura de participación activa; por lo tanto, la evaluación del nivel de desarrollo comunitario es el primer paso para construir un futuro más sólido, #Palabra_de_Nicolaíta.