Por: Guillermo Salas Razo
En el contexto actual de México, donde el desarrollo rural enfrenta desafíos significativos, la Certificación Participativa emerge como una herramienta transformadora para validar la calidad de los productos y los procesos de producción en el sector rural, capaz de promover un modelo de economía circular y solidaria. Este enfoque es esencial para construir un nuevo paradigma de desarrollo rural que priorice la sostenibilidad, la equidad y la resiliencia comunitaria.
A diferencia de las certificaciones tradicionales, que a menudo son inaccesibles para los pequeños productores debido a sus altos costos, la Certificación Participativa se basa en un enfoque inclusivo y comunitario. Este modelo involucra a productores, consumidores, técnicos y académicos en un proceso colaborativo de verificación de prácticas sostenibles (economía circular y solidaria). Al implementarlo, no solo se asegura la calidad del producto, sino que también se fomenta un aprendizaje continuo y un mejoramiento constante de las prácticas agrícolas y se fortalece la colaboración de la comunidad. Aquí es donde el «Círculo Verde» se convierte en el distintivo de esta certificación, simbolizando el compromiso con la sostenibilidad y la solidaridad.
Este proceso horizontal y participativo es fundamental para empoderar a las comunidades rurales, permitiéndoles tomar el control de sus prácticas productivas y mejorar su sostenibilidad. Al reducir las barreras económicas para la certificación, se facilita la inclusión de pequeños productores en mercados más amplios, promoviendo así una economía más equitativa y justa. El distintivo «Círculo Verde» actúa como un sello de confianza que abre puertas a nuevas oportunidades de mercado, destacando el valor agregado de los productos certificados.
La Certificación Participativa se alinea perfectamente con los principios de la economía circular, que busca minimizar el desperdicio y maximizar el uso eficiente de los recursos. Al fomentar prácticas agrícolas sostenibles y orgánicas, este modelo contribuye a la regeneración de los ecosistemas locales y a la reducción del impacto ambiental de la producción agrícola. «Círculo Verde» simboliza este compromiso con la regeneración y el uso responsable de los recursos naturales.
Además, al ser un proceso basado en la colaboración y el apoyo mutuo, la Certificación Participativa encarna los valores de la economía solidaria. Este enfoque promueve relaciones de confianza y cooperación entre los diferentes actores de la cadena de valor, fortaleciendo el tejido social y económico de las comunidades rurales. Y nuevamente «Círculo Verde» se convierte en un emblema de estas relaciones de confianza y cooperación, uniendo a los participantes bajo un objetivo común.
Para que la Certificación Participativa se convierta en un pilar del desarrollo rural en México, es crucial contar con el apoyo de diversos actores, incluidos gobiernos, organizaciones no gubernamentales y el sector privado; pues requiere del fondeo para la inversión en plataformas confiables para el intercambio de información, la capacitación de los participantes y la sistematización de los procesos, todos ellos esenciales para garantizar la solidez y la transparencia del sistema.
Además, es fundamental sensibilizar a todos los actores involucrados sobre los beneficios de este modelo, no solo en términos de certidumbre del origen de los productos, sino también en cuanto a su compromiso social y ambiental. Al hacerlo, se puede generar un cambio de paradigma que priorice el bienestar de las comunidades rurales y la sostenibilidad del medio ambiente. El distintivo «Círculo Verde» debe ser reconocido como un símbolo de este compromiso compartido, inspirando confianza y orgullo en todos los involucrados.
Por lo tanto, la Certificación Participativa representa una oportunidad única para transformar el desarrollo rural en México, alineándose con los principios de la economía circular y solidaria. Al empoderar a las comunidades rurales, fomentar prácticas sostenibles y promover la equidad económica, este modelo puede sentar las bases para un futuro más justo y sostenible.
Es hora de que todos los actores se unan en este esfuerzo, reconociendo el potencial transformador de la Certificación Participativa como un motor de cambio hacia un nuevo paradigma de desarrollo rural; con «Círculo Verde» como su distintivo de excelencia y compromiso podemos lograrlo, #Palabra_de_Nicolaíta.